lunes, 24 de septiembre de 2012

Experta en técnicas para la ordenación de hogares

Hay que decir que, cuando te quedas desempleada, los primeros meses vienen muy bien para hacer muchas cosas que el tiempo dedicado al trabajo impide o retrasa.
 
Por ejemplo, ir a revisiones médicas o realizar limpiezas profundas (profundísimas) de la casa. Cuando hablo de limpieza profunda no es sólo pasar el aspirador. No, yo me refiero a quitar objetos inútiles y papelotes acumulados desde hace décadas (o desde la última vez que me quedé en paro). ¡Qué relajada me quedo después de una de esas limpiezas! Dejarlo todo en orden, ¡qué placer! Claro que luego me toca enfrentarme a las consecuencias. Todo el mundo en casa preguntándome después: “¿Dónde está el resguardo del seguro del coche? ¿Y el libro que me estaba leyendo? ¿No habrás tirado mis apuntes de la carrera?” Pues sí, quizá se me va un poco la mano con el orden, pero ¿para qué quieres unos apuntes de hace 15 años?
 
Hay que reconocer que la tarea es de lo más productiva. Alguien lo tiene que hacer, ¿no? o ¿acaso las casas se pueden llegar a estirar como el chicle? Al menos en la mía se acumula una cantidad ingente de objetos inútiles, o que simplemente no se usan para nada. Así que estoy pensando en enviar mi curriculum como… bueno, lo voy a llamar: Experta en técnicas para la ordenación de hogares”. Está claro que no tengo nada que hacer si en el nombre del puesto no aparece un “técnico”, “experto” o “manager”. Aunque con lo apegados que somos a nuestras cosas, no creo que tuviera mucho éxito.
 
Después de realizar todas esas tareas, miro el calendario y el tiempo ha volado aunque, como ya han transcurrido unos tres meses, otra vez hemos acumulado más papeles y objetos irrelevantes y vuelta otra vez a empezar.

 

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